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"LA CALLE DE LA DUDA"   - POR JUAN CLAUDIO CIFUENTES

 

 Comentario del disco del "Iñaki Askunze sextet" grabado en Barcelona en Septiembre de 1999.


COMPOSICIÓN - IÑAKI ASKUNZE


BENET PALET (trompeta), ION ROBLES (alto), IÑAKI ASKUNZE (tenor),

ALBERT BOVER (piano), DANI PÉREZ (guitarra), DAVID MENGUAL (contrabajo), MARC MIRALTA (batería).

                                  

 

 

                                   En su  último disco recién salido al mercado, una vibrante grabación en directo de hace unos meses, el cantante Kurt Elling al presentar "Night Dreamer", uno de los temas de su repertorio, dice -y cito textualmente- que lo escribió: "...uno de los tres más grandes compositores del mundo... ¡Su nombre es Wayne Shorter!...". Esta es una afirmación que puedo suscribir sin condiciones y a la que sé que Iñaki Askunze se adhiere plenamente. Es más, al hablar de Shorter, tanto en su faceta de fenomenal saxofonista, como en la de autor de algunas de las obras de jazz más espléndidas y mejor elaboradas de los últimos cuarenta años de la historia de esta música, el protagonista de este disco no tiene ningún empacho en dejar bien patente su incondicional admiración por él. En un mundillo del jazz de hoy en que los imitadores de Coltrane o los seguidores de Rollins se cuentan por (muchas) docenas, esto merece una cierta -y agradable- diferencia.

 

                                   Pero no nos engañemos. Lo que tenemos aquí no es un disco de los llamados "Dedicado a...", ni mucho menos un CD con música de Wayne Shorter. Lo que vais a escuchar es música que, de principio a fin, lleva la firma personal de Iñaki Askunze y, sólo de manera totalmente indirecta podría interpretarse como un sentido homenaje, un tributo lleno del más profundo respeto hacia la figura de uno de los gigantes del jazz contemporáneo que, él mismo reconoce, fue una (aunque no sea la única) de sus más claras fuentes de inspiración durante sus años de formación como jazzman.

 

                                   En esta su más reciente producción discográfica Iñaki deja, de momento, su bien conocida actividad de líder de la Iruña Big Band, con la siempre dura y trabajosa responsabilidad de tener que proveerla, una y otra vez, de nuevas composiciones y arreglos (labor que, hasta ahora, no ha hecho sino recibir nuestra aprobación y aplauso), para concentrarse en la no menos difícil tarea de escribir para un sexteto, es decir: tres vientos (trompeta, saxo alto/soprano y saxo tenor) y sección rítmica, aumentando el grupo a septeto, con la presencia de una guitarra en tres de los temas. Lo que nos ofrece aquí, a lo largo de diez nuevas creaciones salidas de su fecunda imaginación, es un esmerado trabajo producto de una madurez musical cada vez más evidente. Una escritura totalmente actual que, jugando con armonías juiciosamente escogidas para las tres voces, culmina en una serie de originales melodías impecablemente estructuradas, con una elegancia y una frescura de lo más gratificantes y que no podían sino inspirar espléndidos solos a todos los participantes en esta aventura.

 

                                   Una aventura rica en buenas sorpresas y no sólo por los inesperados cambios de ritmo o de atmósfera en más de una de las piezas ("La calle de la duda", " El faisán"), sino también por los cuidadosamente elaborados interludios separando improvisaciones ("Clon", "Pipas blues") o las disonancias que le confieren su carácter inquietante a temas como esa balada titulada "El dilema". Y hablando de baladas, ya me diréis luego qué os parecen "Visiones" (tema precioso donde los haya) o ese "Pequeñas cosas" de exquisita armonización y si también os gusta mover la cabeza o dar con el pie en el suelo contagiados por un buen "swinger", seguro que disfrutaréis con el dinamismo de "La trampa" o "La oliva".

 

                                  

                                 Todo esto no puede, evidentemente, hacer que nos olvidemos de los actores en esta obra. Vaya por delante que nos encontramos ante un grupo de músicos de primera fila cuya profesionalidad, técnica instrumental y dominio del idioma jazzista, que todos hablan con soltura y fluidez, no ofrece -a pesar del título del disco- lugar para la menor duda. Iñaki, que ya se apunta aquí muchos tantos por sus composiciones y arreglos, se nos muestra al saxo tenor improvisando en cualquiera de los temas con la seguridad y autoridad de los mejores veteranos sabiendo no caer en ese inútil virtuosismo al que muchos recurren en los tiempos rápidos sino dando contenido y lógica a su discurso ("El faisán") y demostrando cómo domina el arte de "contar" una balada con un lirismo y un sentimiento desprovisto de cualquier atisbo de cursilería ("Pequeñas cosas"). En cuanto a Benet Palet, hace tiempo que ya no tiene que convencernos de su calidad como uno de los mejores especialistas de su instrumento que hay en estos pagos. Para aquellos -si queda todavía alguno- que quizá no lo tuvieran del todo claro, este disco puede ser la prueba más palpable del fino estilista en que ha llegado a convertirse, consiguiendo además sacar de su trompeta un sonido tan limpio y cálido que, en más de un momento (escuchadle en "El faisán"), llegué a pensar (equivocadamente, claro) que estaba tocando el fliscorno. Acerca de Ion Robles, cuyos trabajos en los diversos grupos en los que le he escuchado hasta ahora me han parecido siempre muy interesantes, sólo lamento que aquí se autolimitara en un papel de músico de conjunto y únicamente nos regalara ese solo de saxo soprano lleno de delicadeza en "visiones". El "invitado" Dani Pérez (¿para cuándo un disco suyo como lider?) ya se ha consolidado en nuestra escena del jazz como un magnífico guitarrista de técnica depurada y toque elegante, que improvisa discursos marcados con ese buen gusto que le acompaña en permanencia y sus solos en este disco lo demuestran sobradamente.

 

                                   Y finalmente, lo más difícil para mí ahora, es conseguir que se me ocurra algo nuevo, que no haya escrito ya, para hablar de los componentes de esta rítmica de lujo que Askunze ha reunido aquí. Bover, Mengual y Miralta... Ahí es nada. Con tres "monstruos" de semejante calibre apoyando a los solistas y también dejándose oir en las intervenciones siempre muy creativas e inspiradas, toda la música se mueve como transportada por una alfombra mágica, deslizándose con suavidad cuando lo requiere el tiempo o transmitiendo al grupo esa eficaz cohesión a través de un pulso homogéneo y swingueante a placer en los temas más dinámicos. Su trabajo aquí se merece "Matrícula de Honor".

 

                                   ¿Se nota que el disco me gusta? En esto tampoco cabe la menor duda.